Vientos de cambio 31/01/2013

Por Patricia Gorocito

El psicoanalista debe estar a la altura de los tiempos que corren y responder por las consecuencias de sus intervenciones

 Siguiendo el artículo de Jacques Alain Miller “La salvación por los desechos” (2009) me parece interesante pensar la cura como salvación y no como solución en este siglo XXI. Miller nos habla de la salvación por los desechos y no por los ideales. 
Una nueva ética se anuncia. Por suerte hay algo de las personas que no se puede fetichizar. El desecho de las clasificaciones, lo que la ciencia no puede ordenar. Ese desecho que queda es el sujeto. 
Al sistema no le importan mis sueños, mis lapsus, mis síntomas. Y justamente soy “eso”.
Viendo el maravilloso documental de Agnés Varda “Los espigadores y la espigadora” (2000) en donde la famosa directora de cine, precursora de la nouvelle vague, nos muestra magistralmente como mucha gente sobrevive y vive para y por los desechos, una bella y tremenda metáfora de la clínica psicoanalítica de hoy. Sostenerse a la intemperie, no seguir a nadie. Inventar. No quedarse en el molde. No me interesa lo que le sirva a las instituciones. Me quedo con los desechos de la racionalidad. Me importa sólo lo que no sirve para nada. Los personajes de “Los espigadores y la espigadora” encuentran útiles los desechos y muchos de ellos hacen obras de arte con la basura. Otros sobreviven. 
Agnés Varda es la espigadora de su film, ella y su cámara espigan.
También me encuentro con unos desechos fabulosos escuchando las melodías de “Los sonidos de la tierra”,  Un maestro de música llamado Luis Szarán logra que los artesanos hagan con los residuos sólidos instrumentos musicales.
 Escuchar a esos niños tocar sus instrumentos hechos con basura me parece sencillamente maravilloso. 
 “Los sonidos de la tierra” es un peculiar programa de educación musical que se realiza en Paraguay. Enseña a jóvenes en situación de vulnerabilidad social a hacer música con instrumentos hechos de residuos.
  Actualmente integran el programa más de 10.000 jóvenes músicos de varias localidades del Paraguay donde el sistema les da basura y ellos con la basura hacen música.
 Nadie sabe por donde vendrán los vientos de cambio.
 Pienso en las vanguardias del siglo XX, el surrealismo y su concepción de la belleza. Pienso en estos niños y su maravillosa música.
 Y en la famosa cita de Paul Valery  “la salvación por los desechos” para referirse al surrealismo, según comenta Miller en su artículo del mismo nombre. Pero por supuesto primero fue Freud quién se ocupó de los desechos, dice J.A. Miller en el mismo artículo.
¿Pero hoy, en este siglo XXI cuál es la vanguardia?
 Sigo pensando que el psicoanálisis puede llegar a ser una vanguardia sólo si desobedece a la moral vigente.
Por eso es necesario que haya una renovación.
Las jóvenes generaciones de psicoanalistas del siglo XXI tienen el desafío de inventar un nuevo psicoanálisis más allá del complejo de Edipo, como dice el psicoanalista brasileño Jorge Forbes (ª).
Es necesario dejar dormir a los viejos dinosaurios del dogma en sus laureles, leyendo sus libros sagrados en sus viejas catedrales. Porque no van a despertarse ni con el ruido de la novedad ni con la música. No los veo espigando como Agnés Varda  por la ciudad.
Los jóvenes tienen la posta. Hablo de espíritus jóvenes, no de edades,  porque  mucha gente grande solo acumula juventud. Hay viejos con espíritus recién nacidos y muchos jóvenes envejecidos por tanta obediencia.
Freud trabajó con los desechos; sueños, actos fallidos, lapsus, síntomas. Lo que no sirve para nada.
El artista también lo hace desde siempre.
Sin ideales, sin trascendencia. Tal vez hacemos con los restos la belleza que nos salva del abismo y del vacío.
En el siglo XXI parece que se intenta suprimir al sujeto mediante distintos dispositivos de control que promueven la estandarización, pero el sujeto insiste con su falta en ser.
El psicoanalista debe estar a la altura de los tiempos que corren y responder por las consecuencias de sus intervenciones.

No olvidemos que además de analistas somos ciudadanos.